Hace alrededor de 13 años y 3 meses, me estrene como docente impartiendo la materia de Taller de Lectura y Redacción, y desde entonces ha sido un reto muy grande. Para mí el contenido de la lectura es aunque corto, muy amplio y con mucho para pensar, razonar, experimentar y comprender.
Durante este tiempo de mi vida, he tratado de dar más de mí, aunque a veces me canso y entro en crisis, cosa que los alumnos llaman “estrés”. Sin embargo, siempre trato de estar con mis alumnos, mis compañeros, de mostrar un modo de proceder que aunque difícil, voy paso a paso.
Creo en la perfectibilidad del ser humano, en su capacidad de aprender y en su deseo de saber. Lo se porque me entristece la ignorancia ajena.
Soy docente porque creo también firmemente que si algo, en la sociedad actual, puede hacer iguales a hombres y mujeres es el conocimiento. Entiendo entonces mi papel de educador como esa chispa capaz de avivar el fuego en los otros, mis alumnos; mostrarles cosas que pueden ser conocidas y que valen la pena cultivarse porque son capaces de mejorarse recíprocamente.
En mi trabajo diario –cuando estoy preparando mis clases- lo sacude un sentimiento: ser pedagógicamente estimulante, para que sea el estudiante quien construya su propio conocimiento. Esto me ha llevado a empezar no sólo por entender mejor lo que sé, sino por comprender también que “los otros”, mis estudiantes, no lo saben, y por estimularlos a desarrollar competencias (básicas, transversales y específicas) que le faciliten un proceso personal e intransferible de construcción de conocimiento. Como dije, para mí enseñar es siempre enseñar al que no sabe.
Pienso que la tarea de educar, y esto se relaciona con la misión como docente, aunque tenga límites y cumpla sólo con una parte de mis mejores propósitos, no puede llevarnos a volverla una rutina trivial, ni mucho menos dejar de entenderla como el espacio de debate sobre sus orientaciones más relevantes. No importa que estudiantes o profesores no lo logremos, ya sea por que no importe o por que el proceso haya ido más lento, siempre creo que debe haber el deseo de hacerlo mejor. Entiendo la docencia como un proceso de preparación de competidores aptos, pero más que eso, de formación de seres humanos competentes que conozcan los mejores oficios de la solidaridad. Nuestros esfuerzos deben orientarse a fomentar la autonomía creativa, pero también a estimular el tipo de trabajo en grupo que muestre los verdaderos frutos de la cohesión social; debemos estimular eso que llaman espíritu innovador e igualmente afianzar la identidad cultural del grupo.
Parte de mi misión como docente es la de trabajar en pro de la igualdad más que por la eficiencia. Eso quiere decir que me interesa “llevar” a los rezagados –los de menos competencias en un momento inicial- a los niveles mínimos de conocimiento. En este sentido, como docente me enfrento a un gran ‘agujero negro’ en mi tarea de educar, que es la de conocer cuál es el alcance práctico de lo que enseño a mis estudiantes. Por último, lo que intento en mi asignatura: es facilitar una perspectiva general de conocimiento, y un método de trabajo –rigor, eficacia en el análisis y en la escritura- que pueda ser provechosamente extendido para el resto de sus vidas (aprender a hacer). En cierto sentido, entiendo mi labor docente no sólo para enseñar lo que el estudiante sabe, si no también para contribuir a que éste pueda conseguir más por sí mismo (aprender a aprender).
Bien, así percibo mí práctica docente; solo espero no estar equivocada.
Silvia Corella.
2 comentarios:
Hola maestra Silvia,me agrada su filosofía en el trato con sus alumnos en lo referente a buscar habilitar a los menos competentes para lograr la igualdad. Además la entiendo cuando expresa que en ocasionas se cansa, afortunadamente tenemos claro cual es la misión que tenemos en este quehacer y eso nos ayuda a salir adelante.
Un saludo desde Navojoa.
Claudia Gándara Rosas.
¡Buenas tardes, Claudia!
Es un placer saludarte, y comparto contigo lo referente a nuestra misión. Es agotadora algunas veces, pero ese cansancio desaparece “como por arte de magia”, cuando veo a mis alumnos avanzar, crecer, dotándose de ilusión, esperanza, confianza y que luchan contra la corriente, del karma de hogares desintegrados y de una frontera de incertidumbres. Eso hace, entonces, reencender en mí esa chispa que avivara mi quehacer. Agradezco tú participación en mi blog y bienvenida.
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